Implementacion de un sistema de recepción de pescado de 300 T/M de capacidad

Abstract

Pertenezco a ese grupo de egresados de una universidad que, sin tener un título profesional, se desempeñan como si lo tuvieran. Hay una larga lista de razones, con sabor a excusas, para haber postergado tanto tiempo, el serio intento por alcanzar la meta que nos pusimos al ingresar a la universidad: Ser Ingenieros. No obstante, el alto porcentaje de “no titulados”, que ejercen con éxito la profesión, es una realidad no deseable y un indicio de que algo no funciona del todo bien en nuestro esquema académico, como país. El remedio de esta situación debe buscarse, creo yo, en los tres ámbitos en que se ubican sus actores. Primero, las propias universidades; una mayor exigencia por parte de estas para que los alumnos de últimos ciclos inicien sus proyectos de tesis, junto con mayores facilidades para que los concluyan con éxito sería la primera prioridad. Dar facilidades no implica regalar los diplomas, sino preparar a los alumnos de últimos ciclos en la forma de realizar y presentar una tesis de competencia profesional, así como poner a su disposición diversos temas para que puedan seleccionar e iniciar sus proyectos de tesis. La titulación por experiencia profesional debe ser sólo en casos especiales y representar un bajo porcentaje. Segundo, el gremio; pienso que el Colegio de Ingenieros podría actuar con mayor fuerza, desde su propio ámbito de influencia, para que la condición de Titulado y Colegiado sea una exigencia y un requisito indispensable para el ejercicio legal de la profesión, tal como ocurre con la medicina, la abogacía y, en menor grado, con las especialidades relacionadas a la construcción civil. Esto requiere el compromiso personal de los ingenieros, de una mayor participación en la vida institucional del Colegio para contribuir a avanzar en el camino de la formalidad; lo que creo constituye un objetivo valioso para el gremio y, en un sentido más amplio, para el país. Tercero, los propios alumnos y egresados; existe lamentablemente una especie de culto a la informalidad que debe cambiar. Aún recuerdo lo que solíamos responder, cuando se nos preguntaba por nuestra titulación, quienes habíamos logrado rápidamente obtener un empleo y progresar en él: “Hacen Tesis aquellos que no han podido conseguir trabajo por sí mismos”. Detrás de esta bravuconada se esconde un sentimiento de culpa ante la falta de la disciplina que se requiere para renunciar a las oportunidades que nos brindan la vida, la juventud y la preparación recibida en la Universidad. Nada ni nadie puede reemplazar la fuerza interior que nace del compromiso que cada uno de nosotros debemos hacer con nosotros mismos para concluir lo que empezamos. Y aunque la Universidad y el Colegio de Ingenieros pueden, y deben, hacer mucho para mejorar el porcentaje de titulados entre los egresados que se dedican a la profesión, por los medios antes señalados u otros; la responsabilidad ha sido, es y será siempre de cada uno en forma personal. Así pues, este trabajo representa para mí una oportunidad, quizá la última, de poder llamarme a mí mismo con orgullo: Ingeniero. Pretendo con él reflejar mi actual filosofía sobre cómo debe ser el trabajo de un profesional en el Perú de hoy. Adaptado a la realidad del medio, y que sin renunciar al análisis y al enfoque técnico de los problemas que se presentan, no cae tampoco en las improductivas profundidades del análisis teórico meticulosamente detallado. Hay un proceso de evolución en la forma como enfocamos nuestro trabajo profesional, y pienso que parte importante de ser un buen ingeniero, es saber hasta dónde profundizar el análisis teórico de un problema técnico, para no perjudicar ni la calidad del resultado ni los costos de desarrollo o los plazos de entrega. El proyecto que aquí expongo ha sido, como todos en los que he participado, blanco de críticas por distintas personas, versadas y legas en la materia; pero le tengo un cariño muy especial, ya que se trata del primero que he dirigido desde su concepción hasta su puesta en marcha sin la limitación, ni el respaldo, de depender de una autoridad técnica de mayor jerarquía. No pretende ser una obra maestra, pero sí se trata de un trabajo de ingeniería, razonablemente bien ejecutado y avalado por sus resultados: Funciona... y funciona muy bien. Espero sinceramente que ustedes, quienes tengan la oportunidad de leer este trabajo, lo entiendan así.