Por favor, use este identificador para citar o enlazar este ítem: http://hdl.handle.net/20.500.14076/26024
Título : Martillamiento con granalla (shot peening)
Autor : Flores Castañeda, Rodolfo
Palabras clave : Granallado;Piezas metalicas
Fecha de publicación : 1966
Editorial : Universidad Nacional de Ingeniería
Resumen : Mucho antes de que nuestros primitivos antepasados hicieran uso deliberado de los metales, ya estaban familiarizados con la agricultura, la cría de ganado, construcción de vivien­das, tallado en piedra, etc. Sin embargo, aunque la elaboración de los metales no fue el primer oficio de la Humanidad, nues­tra civilización material actual, es fundamentalmente consecuen­cia de nuestros conocimientos de los metales y sus aplicaciones. Desde los tiempos de Tubal-Caín (1) en adelante, los primeros hombres que utilizaban los metales probablemente los definirían como substancias brillosas y duras, pero fáciles de batir hasta darles diversas formas útiles. Si el primitivo que ma­nipulaba el metal era a la vez cazador o guerrero, hablaría con satisfacción del filo de las armas hechas con metal y de su duración a través de muchos combates. El hombre aprendió a encender hogueras y más tarde a construir hornos suficientemente calientes como para derretir la mayor parte de los metales que empleaba, descubriendo que el metal derretido, vertido dentro de cavidades de pie­dra y arcilla, al enfriarse tomaba la forma de la cavidad del modelo. Se fue desarrollando gradualmente el arte de combi­nar metales y llegó a ser un hecho conocido que una aleación formada de esa manera era más fuerte, dura y tenaz que cada uno de los metales que la componían. Probablemente la prime­ra aleación fue el Bronce. En la época en que los Romanos llegaron a Bretaña, ya empleaban el hierro y el bronce para sus armas, herramien­tas e implementos agrícolas; cobre para vasijas y ornamentos; plomo para cañerías; estaño, oro y plata para ornamentos; y plata, latón y bronce para monedas. Debido a las similitudes generales entre todos los me­tales sería quizá natural imaginar que un metal podía ser transformado en otro, y parecía especialmente deseable que los metales comunes fueran trasmutados en oro. El arte de la alqui­mia que se originó en el Medio Oriente en la primera parte de la era cristiana, y floreció en esa parte del mundo y en Europa hasta fines del siglo XVII, llegó a estar asociada a la bús­queda de la piedra filosofal, que se suponía capaz de transfor mar los metales comunes en oro y plata. Mientras se realizaban estos procesos, los metalarios empleando menos encantamien­tos, continuaban obteniendo resultados más sólidos: la trans­formación de metales o menas, opacas y terrosas, en metales, fundiéndolos con carbón de leña en un hogar o en un horno. Entre la Edad Media y el comienzo de la era indus­trial el progreso principal en el arte de la producción de meta­les fue la construcción de hornos más grandes y más eficaces pa­ra producir metales en cantidades mayores. 'Así fue como des­pués de 1856, Bessemer hizo público su proceso para convertir rápidamente grandes cantidades de arrabio en acero. A este proceso siguió otro método de fabricación de acero en gran es­cala, el proceso de solera abierta, introducida por Siemens. En 1861 se iniciaron los exámenes sistemáticos de los metales por medio del microscopio y se colocaron las bases de la metalografía. Se estudiaron y relacionaron las propiedades de los me­tales y de las aleaciones: sus puntos de fusión, resistencia mecánica, dureza y propiedades eléctricas. La extensión del em­pleo de los metales fue tan rápida en el siglo XX que se pro­dujo más metal en los últimos 40 años que durante todos los si­glos que van desde el comienzo de la historia del hombre hasta nuestros tiempos. La totalidad de nuestra actual civilización material depende del eficaz dominio de la fuerza motriz, pero el control de esa fuerza motriz solo es posible mediante el empleo de muchas variedades de metales y aleaciones. Durante la segunda guerra mundial, la explotación, elaboración, empleo y aplicaciones de los metales y sus aleaciones, se desarrollaron en forma sorprendente; los metalúrgicos han estado trabajando durante muchos años, pero solo recientemente se han interesado los físicos y los matemáticos por la metalurgia teórica. Igualmente, las necesidades de carácter económico y de mejorar las condiciones de servicio, ha llevado a los metalúrgicos a desarrollar métodos para mejorar las cualidades de los metales y aleaciones, y es así como se emplean piezas metálicas con tratamientos térmicos, metales revestidos, etc. Últimamente se han investigado las condiciones superficiales de los metales, conduciendo a la obtención de mejoras en la superficie de los mismos; estos tratamientos de superficie se pueden clasificar como procesos mecánicos-metalúrgicos de producción, estando la mayoría de estos orientados a aumentar la resistencia a la fatiga y así aumentar la durabilidad de la pieza sometida a carga estática o dinámica. Estos procesos son denominados, generalmente, trabajos al frío, ya que se realizan a temperaturas ambientes. Dentro de estos procesos podemos citar el laminado, estiramiento en frío, extrusión en frío, mar­tillamiento con granalla (SHOT PEENING), entre otros.
URI : http://hdl.handle.net/20.500.14076/26024
Derechos: info:eu-repo/semantics/restrictedAccess
Aparece en las colecciones: Ingeniería Mecánica y Electrica

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