Identificación de aspectos e impactos ambientales y externalidades en las actividades económicas

Abstract

En los últimos años, el desarrollo sostenible se ha convertido en un tema recurrente de conversación en diferentes círculos sociales. Quizá pocas personas lo saben, pero este término no es algo tan nuevo después de todo. En 2007, el concepto desarrollo sostenible cumple dos décadas de ser reconocido internacionalmente en el Informe Brundtland de la Asamblea de la ONU. El desarrollo sostenible es aquel desarrollo que sa¬tisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades. Esta definición oficializa un enfoque en el que se compatibilizan los aspectos ambientales con los económicos y sociales, desde una visión solidaria entre generaciones. En virtud de comprender los requerimientos para la sostenibilidad, primero hay que entender la fusión de la perspectiva económica, ecológica y social. En conjunto, las tres sugieren nuevas vías para el pro¬ceso de desarrollo en las principales áreas de capital: agricultura, industria, energía, población y sistemas de recursos renovables; cada uno de estos campos plantea retos sociales, institucionales y económicos. La justificación del desarrollo sostenible proviene de dos razones esenciales. Por un lado, contar con recursos naturales limitados y susceptibles de agotarse, como los nutrientes del suelo y el agua potable. Idealmente las aguas residuales generadas por asentamientos e industria deben pasar por un tratamiento adecuado antes de ser reintegradas a cuerpos de agua superficiales o subterráneos, actividad que está lejos de suceder en su totalidad, siendo que en América Latina, menos del 14% de esta agua recibe algún tipo de tratamiento. Por otra parte, es un hecho que una creciente actividad económica, sin más criterio que la ganancia, produce serios problemas al medio ambiente que en el futuro pueden tornarse en daños irreversibles. Por ejemplo, al considerar el crecimiento de la población, el incremento de los niveles económicos de los países emergentes y los cambios climáticos derivados del calentamiento global, el Stockholm Environment Institute estima que la proporción de la población mundial viviendo en naciones con escasez significativa de agua se incrementará de 34% en 1994 a 63% en 2025. Entre las zonas más afectadas se encuentra América Latina. El desarrollo sostenible depende de tres condiciones básicas. Primero, los recursos renovables no pueden ser explotados a un ritmo superior al de su generación. En segundo lugar, los recursos no renovables si pueden aprovecharse al máximo en la medida que se adopten prácticas que los sustituyan paulatinamente por un recurso renovable utilizado de manera sostenible. Al respecto, el caso más sonado es el combustible llamado bioetanol que se obtiene a partir del maíz. Brasil es el principal productor de bioetanol con el 45% de la producción mundial. El también llamado etanol de biomasa se erige como una alternativa viable frente al consumo masivo de los hidrocarburos. Finalmente, ningún contaminante deberá producirse a un ritmo superior al que pueda ser reciclado, neutralizado o absorbido por el medio ambiente. En muchos países se ha puesto en marcha un plan maestro para el manejo integral de los residuos sólidos de la ciudad, pues ahí se producen miles de toneladas diarias de basura.